|
4 de Diciembre |
Santa Bárbara |
|
Santa Bárbara, Párraga, La Habana |
• Santos católicos que celebran su día el 4 de diciembre: |
- En el Almanaque Cubano de 1921: |
San Osmundo, obispo y confesor, y Santa Bárbara, patrona de los Artilleros |
- En el Almanaque Campesino de 1946: |
Santa Bárbara, patrona de los Artilleros |
Santos Pedro Crisólogo, arzobispo, Osmundo, obispo y confesor |
• Natalicios cubanos: |
Estrampes Gómez, Francisco: -Nació en Matanzas el 4 de diciembre de 1827. Al fracasar el movimiento de Vuelta Abajo se expatrió a los Estados Unidos y en Nueva Orleáns continuó en sus conspiraciones contra España hasta el logro de su expedición (conocida por su propio apellido) de 24 de octubre de 1854 en Baracoa (el paquebote se llamaba John G. White) en la cual traía parque que logró desembarcar y ocultar con suma facilidad, pero que descubierto al azar pocos días después motivó su detención y la de sus compañeros. Fue condenado a muerte y ejecutado el 31 de marzo de 1855 en la plazuela de La Punta, diez días después que Ramón Pintó. Contaba 29 años de edad. En capilla escribió un soneto, en el cual confiesa su amor a la patria con acento viril y del cual son los dos versos siguientes: “Aquí tenéis, verdugos, mi garganta, - De Cuba un mártir más cuenta la historia...” |
El 4 de diciembre en la Historia de Cuba |
• 1896 - |
- El Paso de Mariel. |
- Emeterio S. Santovenia en “Un Día Como Hoy” de la Editorial Trópico, 1946, páginas 683-684 nos describe los acontecimientos del 4 de diciembre de 1896 en la Historia de Cuba: |
“En la noche del 3 de diciembre de 1896 Antonio Maceo quedó informado de la manera de hacer el paso por el mar entre Pinar del Río y La Habana. Aceptó realizarlo en un bote tripulado por Carlos Soto, Gerardo Llaneras y Eduardo Concepción, quienes cubrían el servicio de correos de la Revolución a través de aguas de Mariel. Un temporal de pertinaz lluvia y fuerte aire imposibilitó consumar el proyecto la propia noche del 3. El día 4, sobre todo en su segunda mitad, fue empleado en organizar la expedición. |
“Los momentos empleados en los preparativos de la expedición fueron de zozobra y consternación. Maceo escogió a los que debían formar su séquito en la jornada de la noche que se aproximaba: el general José Miró Argenter, el brigadier Pedro Díaz, los coroneles Alberto Nodarse y Charles Gordon, los tenientes coroneles Manuel Piedra y Alfredo Jústiz, los capitanes Nicolás Souvanell, Ramón Peñalver y Ramón Ahumada, los tenientes Francisco Gómez Toro y José Urbina, el médico Máximo Zertucha, los asistentes Benito y Ricardo Hechavarría, Juan Pérez, José Delgado y Andrés Cuervo y los tripulantes Soto, Llaneras y Concepción. |
“La travesía de la Caleta de la Caña a Los Mosquitos, fuera de la bahía de Mariel, resultó imposible al ser intentada: la lluvia y el aire continuaban mostrándose inclementes. Entonces el humilde piloto insurrecto indicó que por la boca de Mariel podía llevarse a cabo el empeño sin los peligros del agitado mar, pero desafiando la vigilancia de la ronda, las trincheras enemigas y los dos cañoneros surtos en el puerto. A Maceo sedujo el viaje por la nueva ruta señalada, y la aceptó. |
“A las once de la noche del 4 de diciembre de 1896 el bote insurrecto fue conducido en hombros de la Caleta de la Caña a La Aguada, a menos de cien metros del reducto levantado dentro de Mariel. No mucho más que doble era la distancia entre el Lazareto y el lugar adonde llegaron el Lugarteniente y su séquito como en entierro misterioso. De la exploración de la playa de La Aguada sólo se derivó la certeza del peligro conocido, La barca de la fortuna fue puesta en condiciones de navegar. Embarcaron Maceo, cuatro de sus acompañantes, José Miró, Pedro Díaz, Francisco Gómez Toro y Máximo Zertucha, y los tres tripulantes. Llaneras y Concepción remaban en tanto Soto achicaba con una jícara de güira el agua que de continuo inundaba la embarcación. Surcaron la bahía en dirección al muelle de Gerardo Llaneras, en las inmediaciones de El Torreón, custodiado por trescientos españoles, y a setenta metros de una avanzada de aquella antigua fortaleza. A las doce menos cuarto de la noche desembarcó el General. Fue introducido en la casa de Valentín Brito, frente al muelle. A su lado quedó Carlos Soto. Siguieron inmediatamente cuatro expediciones, dirigidas por Gerardo Llaneras, dos desembarcadas en su muelle y las otras dos en el de José González, "un español amante de Cuba y de la libertad". A las tres de la mañana terminó la insólita aventura. ¡El sueño del héroe estaba cumplido! Maceo dijo: |
“-¡Silencio, y en marcha!” |
- Los acontecimientos del 4 de diciembre de 1896 en el campamento del Mayor General Antonio Maceo por José Miró Argenter: |
...“En la noche anterior, el bote insurrecto que hacía los viajes por las afueras del Mariel, había llegado a la Caleta de la Caña, sitio de su ocultación cuando tomaba puerto en la costa occidental de Pinar del Río. El bote conducía tres pasajeros y un rollo de correspondencia. El patrón Carlos Soto, cumpliendo las instrucciones del capitán Tomás González, se dirigió hacia las lomas con los pasajeros, en busca de la gente. En la noche del 3, Soto halló a Maceo en el vivac de Begoña, y le enteró con pormenores de que el paso podía efectuarse sin más peligro que el del mar, pero no aquella noche, porque el temporal reinante haría zozobrar el guadaño. Los otros dos tripulantes, Gerardo Larenas y Edualdo Concepción, quedaron guardando el bote en la oculta caleta, en espera de órdenes. Bien informado Maceo por el relato del patrón, que a la vez era oficial insurrecto, aceptó verificar el cruce de la Trocha por el mar y en la barca de la fortuna al día siguiente, sin más dilación. Antes quería leer la correspondencia y para ello había que esperar la claridad del día. Muy temprano emprendió la marcha hacia el campamento de San Felipe, donde quedaran las fuerzas cubanas después de la acción de la Gobernadora. El esforzado patrón iba con Maceo. Los comisionados que trajo la barquilla eran los comandantes Gros y Torres y el capitán Ahumada. El primero venía de la residencia del gobierno y del cuartel general de Máximo Gómez. |
“Maceo volvió a ensimismarse después de haber pasado la vista por algunos oficios y cartas particulares. Otra vez estaba la cuestión sobre el tapete. Las cartas renovaban el temor de la crisis política. "No hay más remedio-nos dijo: hay que salir de aquí inmediatamente, no espero más; lea usted esta carta y dígame si las cosas de Cuba pueden quedar así". La carta era del general Rafael Portuondo, y en ella descubría la maquinación contra Máximo Gómez y el Marqués de Santa Lucía, de la cual, Portuondo no quería hacerse responsable, y reclamaba la presencia de Maceo y reclamaba la presencia de Maceo y su autoridad indiscutible para cortar de raíz los males que minaban el organismo director. A media tarde Maceo separó a los oficiales que debían acompañarle en la expedición. Nos tocó aplacar la pesadumbre de los que no fueron designados. Comprendiendo todos que el General se iba de una vez de Pinar del Río, nadie estaba conforme con la suerte de quedarse; el peligro estaba en la marcha, no en la permanencia local; y, sin embargo, todos ansiaban participar del gran peligro, y comprendiendo que el viaje iba a efectuarse por el mar, todos hacían gala de ser expertos marinos. El teniente coronel Carlos González, a quien Maceo entregó la escolta, y los bravos soldados que jamás midieron el peligro, lloraban y gemían: la consternación era inmensa. Maceo se puso al frente de la partida y echó a andar, sin volver los ojos. Los hombres que allí quedaban no volverían a verle. Pudiera decirse que presentían el próximo fin del hombre extraordinario que para ellos representaba la victoria y el amor patrio, y quedaron en tribulación, elevando preces para que la travesía fuese afortunada y el mar no sirviera de tumba al glorioso capitán que partía triste y apesadumbrado, como si también oyera los pasos de la muerte. |
“El agua seguía, recia y pertinaz; el aspecto del cielo era de un gran temporal en el mar y en la montaña; sobre el Mariel se condensaban las nubes negras del ciclón, y los anuncios de la tempestad cubrían la cabeza de la Gobernadora, despoblada de combatientes. ¿Cuál sería el fin de todo aquel trastorno?... El destino iba a revelarlo en breve, con la magnitud de la catástrofe... Pero aun faltaban tres días, y aun seríamos objeto de ilusiones engañosas, y nos tocaría experimentar otra serie de fatigas y otro capítulo de peripecias. La vida del grande hombre cuyo fin estaba tan próximo, sólo podía romperse por un golpe de lo inesperado.” |
|
En Mariel, Pinar del Río |
• 1895 - |
- La Invasión Libertadora en Las Villas: Avanza de La Campana (distrito de Sancti Spíritus) a Ciego Potrero (Sancti Spíritus), en total 1 1/2 leguas recorridas. |
- La Invasión Libertadora del 4 al 9 de diciembre por José Miró Argenter. |
|