• Santos católicos que celebran su día el 26 de diciembre:

- En el Almanaque Cubano de 1921:

Santos Esteban, protomártir, y Arquelao, confesor

- En el Almanaque Campesino de 1946:

Santos Esteban, protomártir, y Arquelao, confesor

El 26 de diciembre en la Historia de Cuba

• 1896 -

- En Guanabacoa fueron asesinados en la Jata varios vecinos de esta ciudad por orden del comandante militar Narciso Fonsdeviela.

• 1895 -

- La Invasión Libertadora en Matanzas: En Sabanetón (distrito de Matanzas).

- La Invasión Libertadora del 26 de diciembre por José Miró Argenter.

• 1890 -

- Premio Luz Caballero.

Adolfo Dollero en “Cultura Cubana (Cuban Culture)” de la Imprenta Siglo XX, 1916, página 112 refiriéndose a la Sociedad de Amigos del País en el año 1890 dice:

   “En ese mismo año, 26 de Diciembre, D. Gabriel Millet funda el Premio anual “Luz Caballero”, consistente en una medalla de oro y diploma para el profesor o maestro que se haya inspirado más en el lema del célebre educador: "Educar no es sólo dar carrera para vivir, sino templar el alma para la vida"; y otra de plata, y diploma, para el mejor alumno (varón o niña por orden alternativo) merecedor de ella por su aptitud, aplicación y conducta.”

• 1862 -

- En la Ciudad de Cárdenas se inauguró el monumento a Cristóbal Colón, primera estatua al almirante no sólo en Cuba, sino en todo el Nuevo Mundo. Era Gobernador de Cárdenas Don Domingo Verdugo, esposo de Gertrudis Gómez de Avellaneda. (Municipio de Cárdenas en Magazine de La Lucha).

• 1665 -

- Saqueo e Incendio de Sancti Spíritus por los piratas.

Emeterio S. Santovenia en “Un Día Como Hoy” de la Editorial Trópico, 1946, páginas 727-728 nos describe los acontecimientos del 26 de diciembre de 1665 en la Historia de Cuba:

   “Dura y asoladora fue la obra que, como guiados por el genio de la maldad, realizaron en Cuba el corso y la piratería. Pero semejante labor, de que resultó víctima Cuba, llegó a ser horrible en la segunda mitad del siglo XVII. De nada valía entonces que la Metrópoli tuviese ajustadas y celebradas paces con Francia y la Gran Bretaña cuando era lo cierto que la Colonia se veía con frecuencia despojada de progresos adquiridos a gran costa. Dueñas eran aquellas potencias europeas de todas las Antillas, exceptuando a Cuba, Puerto Rico y la parte oriental de La Española. Se hallaban en .posesión de magníficas bases para preparar y consumar sus correrías, sin que las protestas de España alcanzasen atención alguna en las cortes que autorizaban, más o menos directamente, tales depredaciones.

   “Tipo acabado de las perpetradas en Cuba resultó la realizada por los filibusteros franceses acaudillados por Pierre Le Grand en Sancti Spíritus el 26 de diciembre de 1665. Los moradores de la villa estaban entregados aún a la celebración de la Pascua de Navidad cuando la paz de sus ánimos y el natural regocijo de las fiestas quedaron en suspenso por la noticia de la proximidad de trescientos enemigos. Aunque el gobernador de la Isla, el maestre de campo Francisco Dávila Orejón y Gastón, tenía muy prevenidos al teniente y a los vecinos de Sancti Spíritus para que nunca dejasen los puertos y entradas sin vigías y para que se aprestasen con sus armas como si hubiese guerra declarada, las circunstancias del suceso expresaron lo contrario.

   “"Pasaron los enemigos -escribía Dávila a su monarca en 30 de enero de 1666- doce leguas tierra adentro y en su retirada ocho, sin que les costase una gota de sangre, habiéndose ocupado un día natural en el saqueo, y teniendo aquella población más de doscientos cincuenta hombres de armas y muchos esclavos capaces de llevarlas. Parece que Dios, por justos juicios, les cegó el entendimiento y la razón para que, olvidados de su obligación y del amor a su patria, la desamparasen y se refugiasen como alarbes a los montes, sin hacer ninguna demostración para su crédito."

   “Un verdadero desastre sufrió, ciertamente, Sancti Spíritus. Los invasores quemaron treinta y tres casas -pocas más existían allí- y las restantes quedaron saqueadas y destrozadas. En medio de su indignación por la conducta cobarde de aquellos colonos y a despecho de su penuria en materia de recursos, Dávila acudió con peones y otros elementos en socorro de la desmantelada villa. Todos se afanaron por emprender la reconstrucción. Hubo de parte de los propios damnificados como un esfuerzo emanado de la vergüenza misma de no haber sabido defender la población, y no tardaron en llegar las horas en que nuevos y perseverantes empeños borraron las huellas del saqueo e incendio de Sancti Spíritus.”