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Sagitario |
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23 de Noviembre |
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Calle Maceo en Camagüey |
• Santos católicos que celebran su día el 23 de noviembre: |
- En el Almanaque Cubano de 1921: |
San Clemente, papa y mártir y Santa Lucrecia, virgen |
- En el Almanaque Campesino de 1946: |
San Clemente, papa y mártir y Santa Lucrecia, virgen |
• Natalicios cubanos: |
Varona, Bernabé: -Nació en Camagüey el 23 de noviembre de 1845 y murió (fusilado por los españoles) el 4 de noviembre de 1873. Uno de los valerosos y legendarios héroes de la Guerra de los Diez Años. Tomó parte en las más importantes acciones de aquellos días como jefe y en todas ellas acreditó capacidad y valor. Generoso con el adversario. Organizó, en parte, con fondos reunidos por él en el extranjero, la célebre y trágica expedición del Virginius a cuyo frente vino. Capturado el barco en aguas jurisdiccionales inglesas, cuando venía a Cuba con numerosos expedicionarios, por el crucero Tornado, fue llevado a la bahía de Santiago de Cuba. Y allí comenzó aquella trágica matanza en serie de libertadores ordenada por el gobernador español de Santiago de Cuba Burriel y que cesó por la conminación de los cónsules extranjeros. Pero no pudo librar al general Bernabé Varona, mejor conocido por "Bembeta", quien había sido de los primeros en ser sacrificado. Era comandante del cañonero Caribe el que más tarde fue almirante Cervera y este fue uno de los jefes de ejecución de los patriotas... El destino quiso que en la última guerra de independencia cayera prisionero de los insurrectos mandados por Cebreco, al huir de su puesto de combate y le fuera perdonada la vida por los cubanos, quienes no ignoraban su vil conducta del 73. |
El 23 de noviembre en la Historia de Cuba |
• 1895 - |
- La Invasión Libertadora en Camagüey: Avanza de Las Guásimas a Divorcio, en total 5 leguas recorridas. |
• 1868 - |
- Sitio de Holguín. |
Emeterio S. Santovenia en “Un Día Como Hoy” de la Editorial Trópico, 1946, páginas 661-662 nos describe los acontecimientos del 23 de noviembre de 1868 en la Historia de Cuba: |
“La chispa revolucionaria, prendida en Yara, se extendió por casi toda la región oriental de Cuba. Pueblos, villas y ciudades se vieron bajo las armas libertadoras en el transcurso de pocas semanas. La jurisdicción de Holguín se halló invadida por los patriotas. Las fuerzas cubanas mandadas por el general Amado Manuit fueron en Holguín rechazadas a fines de octubre de 1868. El 20 de noviembre de nuevo se presentaron a sus puertas el propio Manuit, los generales julio Grave de Peralta y Francisco Maceo y el coronel Luis Figueredo. Jefe de los españoles de Holguín era el comandante militar Francisco de Camps y Feliú, que, encerrado en La Periquera, tuvo que hacer esfuerzos extraordinarios para evitar la rendición. |
“Los cubanos iniciaron el ataque el 20 de noviembre de 1868. El 21 les pareció llegada la hora de intimar la rendición de la plaza. Manuit hizo la demanda a Camps y Feliú. Ambos jefes acordaron celebrar una conferencia en la Plaza de Armas. La efectuaron a presencia de una muchedumbre de curiosos de la población y de individuos del Ejército Libertador. El diálogo terminó con la exigencia reiterada de Manuit, en el sentido de que Camps y Feliú le entregase La Periquera con armas y municiones. Camps expresó su propósito de consultar con personas caracterizadas y oficiales a sus órdenes. |
“Los defensores de La Periquera no deseaban deliberar acerca de la exigida rendición: deseaban dar tiempo a que apareciesen refuerzos para sí. La carta conminatoria que el 22 de noviembre dirigió Julio Grave de Peralta a Camps y Feliú, las nuevas entrevistas de españoles e insurrectos en la Plaza de Armas y las amenazas de Manuit no valieron de nada. Cuando, el 23 de noviembre de 1868, los soldados de Cuba libre aguardaban con impaciencia la noticia de la rendición de la casafuerte que era La Periquera, el general Manuit recibió y leyó la comunicación de Camps significativa de que sus subalternos sabían vencer o morir, pero no rendirse. |
“La determinación del jefe español entrañaba la inmediata ruptura de las hostilidades, como al fin ocurrió, no obstante las nuevas diligencias pacificadoras de Manuit. Fue sin duda un acto decisivo, un golpe temerario, estudiado y preconcebido con la esperanza cierta de recibir refuerzos. Los servidores del régimen colonial no abandonaron La Periquera y hasta lograron, merced a la presencia de la columna esperada, adueñarse otra vez de toda la ciudad. En cambio, los bravos insurrectos lograron dejar bien sentada allí su reputación bélica.” |
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