4 de noviembre en el Calendario Cubano
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4 de noviembre - Escorpión
Escorpión

4 de noviembre de 1951 - Revista Carteles
Revista Carteles
4 de noviembre de 1951

4 de noviembre de 1956 - Revista Carteles
Revista Carteles
4 de noviembre de 1956

4 de noviembre de 1956 - Revista Bohemia.
Revista Bohemia
4 de noviembre de 1956

José Martí, Apóstol de Cuba
José Martí

Federico Zayas
Federico Zayas


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Salvador Cisneros y Betancourt
Salvador Cisneros y Betancourt
4 de Noviembre
4 de noviembre - Atardecer en La Habana.
Atardecer en El Malecón de La Habana, Cuba

• Santos católicos que celebran su día el 4 de noviembre:

- En el Almanaque Cubano de 1921:

Santos Carlos Borromeo, arzobispo y confesor Nicandro, mártir y Santa Modesta, virgen

- En el Almanaque Campesino de 1946:

Santos Carlos Borromeo, arzobispo y confesor Nicandro y Santa Modesta, virgen


• Natalicios cubanos:

Saladrigas, Carlos: -Nació en Pedro Betancourt el 4 de noviembre de 1831 y falleció en La Habana el 8 de junio de 1899. Abogado, orador y político. Uno de los fundadores del Partido Autonomista y vicepresidente de su directiva. Fue presidente de la Diputación Provincial de La Habana.


Guije.com - estudios en la cultura y la historia de Cuba El 4 de noviembre en la Historia de Cuba

• 1895 -

- La Invasión Libertadora en Oriente: Se encuentra en Río Abajo (en aquellos tiempos en el distrito de Holguín).


• 1893 -

- En Cruces se produjo el levantamiento del más tarde general Esquerrá y del valeroso ciudadano Federico Zayas y Santa Cruz, que no cuajó por prematuro, siendo presos algunos vecinos de este pueblo y desbandándose los restantes comprometidos.

De la revista Bohemia del 4 de abril de 1954:

“El Alzamiento de Lajas relatado a José Martí por Federico de Zayas”

“El 4 de noviembre de 1893 se sublevó en Santa Isabel de las Lajas el patriota Federico de Zayas. Fue un acto de impetuosidad cubana que José Martí tuvo más de una vez que frenar o contener. Como el alzamiento de Punio o como otros intentos acabó rindiendo las armas a los españoles por orden del propio Delegado, que advertía, en cada uno de esos actos, la posibilidad de frustramiento del gran alzamiento que el preparaba con singular sigilo en el exterior. En esta oportunidad Federico de Zayas, desde Key West dirigió a Martí una amplia carta, explicándolo todo. Hela aquí:

“Key West y Dibre. 24/894.

“Sr. D. José Martí,

“New York.

“Muy estimado compatriota: supongo en su poder mi última carta que le entregaría Agapito, contestación a la que V. me envió con Felipe Hernández desde este Cayo y escrita en el vapor "Mascot", antes del desgraciado movimiento que, después de muchos años de trabajos, de costarme más de diez mil pesos y lo que es peor, un año y 27 días de prisión que ha sido lo menos que han querido hacerme, pues se me quería fusilar.

“Deseaba haberle visto y hablado; y en Sta. Clara me reunieron entre unos cuantos amigos cuarenta pesos pª que pudiera llegar ... V, pero no me han alcanzado y gracias a que clandestinamente con nombre supuesto y por mediación de Julio Sanguily, pude embarcarme y llegar hasta este Cayo. Tierra americana donde no podrán alcanzarme las garras del león hambriento y rampante del gobierno español.

“Le extrañará que hayan tenido que hacerme una recolecta. Pues también se está haciendo otra para que mi pobre familia salga de aquel desventurado país y venga aquí y así quedará libre de las asechanzas de los españoles.

“A este estado quedé reducido. Todo lo he gastado no solamente en preparar un movimiento que debió haber sido grandioso sí dos traidores no lo hubieran echado a perder y si algunos hombres a quienes suponía honrados y de buenas costumbres, no hubieran faltado al cumplimiento de su deber y de su palabra empeñada.

“Cuando tenga el placer de verle le contaré todo eso para que a pesar de su saber y larga experiencia conozca algunos hombres más, que se tienen por buenos.

“No le doy detalles, porque esta carta se haría muy larga.

“Bástele saber, que gracias a una larga y bien escrita carta de mi amigo D. Emilio Terry al Gral. y a los muchos empeños de infinidad de cubanos de valer tales como S. Juan Manuel Martínez, Alcalde Municipal de Sta. Clara, persona ilustrada muy apreciada y distinguida en esa población, Dn. Francisco Martínez Pupo, D. Francisco López Leiva, el Dr. Tristá, D. José B. Alemán y otros muchos no menos importantes, no me fusilaron, habiéndome puesto en libertad provisional el día 1º de este, esto es en libertad temporal pª volverme a prender cuando lo tuvieren á bien.

“A los pocos días pude fugarme y llegar hasta la Habana donde como le digo antes me embarque y llegué a este Cayo el sábado próximo pasado.

“Me presenté al Sr. D. Serafín Sánchez y tanto él como muchos buenos cubanos me han recibido cariñosamente y me prometen proporcionarme trabajo mientras llega el momento en que la patria me llame nuevamente y a quien como siempre serviré gustoso pues ni me arrepiento ni me arredran los sinsabores ni reveses.

“Aquí, como en todas partes donde me halle estoy a la disposición de V. y de mi patria.

“No le había escrito antes porque no quería que por cualquier casualidad, mi carta cayera en manos de los sicarios españoles.

“Tengo muchos deseos de saber sí Agapito, al entregarle mi carta a que me refiero al principio, y donde le decía que no me levantaría en armas sin una orden de V., le contó lo crítico de la situación en que me vela por muchas circunstancias y que le referí repetidas veces, a los varios días de haberle entregado dicha carta y en la botica de Lesito en Cienfuegos y también le dije que si el día dos de Noviembre V. no me mandaba una contraorden, quería decir, o debía entender que yo debía levantarme.

“Como quiera que no recibí dicha contraorden y las circunstancias apremiaban, y no por mí sino por temor de que todo se descompusiera y perdiera y seguro de que el movimiento debía ser de grandiosos resultados, el día dos de Noviembre convoqué a una reunión a varios jefes de varios pueblos y les hice jurar solemnemente, ante el altar de la patria y por la honra y vida de sus familiares, que el día 4 a las ocho de la noche se pronunciaran como lo haría yo también.

“Esa noche me fui con mi hijo menor de 19 años a una sabana donde debían de reunírseme más de doscientos hombres armados la mayor parte, para dar el grito, entrar en Cruces y apoderarme de 4,000 tiros y más de 400 carabinas entre nuevas y viejas que había en dicho pueblo. Antes de las siete de la noche, un traidor participó el movimiento a un español Secretario del Ayuntamiento de dicho pueblo. Este lo participó al Alcalde y al ex alcalde y estos a las otras autoridades por lo cual pusieron el pueblo sobre las armas; se cerraron todos los establecimientos y con el toque de corneta y preparos se alarmó el pueblo y de ahí que sólo pudieron reunirse conmigo y mi hijo once hombres más sin armas. Sólo había mi carabina unas 300 cápsulas que yo había llevado y algunos machetes.

“En la seguridad de que en dicho pueblo habían de entrar esa misma noche siete u ocho columnas armadas de los nuestros, comprometidas bajo sagrados juramentos y la que menos de más de cien hombres, diseminé los once hombres que estaban conmigo, al saber, por el último que llegó y que hacía el n° 13, que ya el pueblo estaba alarmado, dándole la orden a todos que estuvieran atentos para que nos uniéramos con la primera columna que entrara. Me marché al pueblo a esperar y al entrar en este el Alcalde me detuvo junto con D. Luis Mayolini que venía conmigo de la sabana, pero como me mando en calidad de detenido a mi casa que me dio por cárcel diciéndome que me llevara a los americanos (que así llamaban a Mayolini y Méndez) y como quiera que juntamente y sin que él me lo mandara yo me dirigía hacia ella pª espetar la llegada de dichas columnas, seguí a mi casa donde permanecimos toda la noche presos, cercada la casa por fuerzas armada y esperando, hasta por la mañana, y como nadie llego en toda la noche, nos condujeron a la cárcel de donde nos sacaron a los siete días y nos llevaron a la cárcel de Sta. Clara donde he permanecido hasta el primero del que cursa.

“Esa es parte de la historia. Cuando tenga el gusto de verle, le referiré el resto.

“Mientras tanto espera sus órdenes, la contestación de la pregunta que le hago y le desea salud y prosperidad su muy att. afmo. s. s. q. b. s. m.

“Federico Zayas

“Vivo en la calle de Duval n° 336.

“También puede dirigirme sus cartas a casa del Sr. Sánchez. - Vale.”


• 1868 -

- Clavellinas y Guáimaro, comienzo de la Revolución en Camagüey.

Emeterio S. Santovenia en “Un Día Como Hoy” de la Editorial Trópico, 1946, páginas 623-624 nos describe los acontecimientos del 4 de noviembre de 1868 en la Historia de Cuba:

   “La orden dada por Salvador Cisneros y Betancourt a los conjurados de Puerto Príncipe, para que el 4 de noviembre se reuniesen en las márgenes del Clavellinas, fue por todos acatada. Al amanecer de aquel día los setenta y seis comprometidos de la cabecera de la jurisdicción partían, de cierta manera organizados en grupos, con rumbo al lugar señalado. Ya se hallaban en rebeldía Manuel de Jesús Valdés, Bernabé de Varona y Fernando Agüero y Betancourt. Habían sido éstos los primeros en ponerse, en el seno del territorio camagüeyano y en la nueva empresa guerrera, frente al régimen colonial.

   “A noventa y tres ascendía el número de hombres reunidos en Clavellinas la mañana del 4 de noviembre de 1868. Jerónimo Boza y Agramonte, asumiendo el papel de jefe, abrió los pliegos de instrucciones, dispositivos del alzamiento, en rigor ya consumado. Desde aquel instante la obra revolucionaria iniciada menos de un mes atrás por Carlos Manuel de Céspedes fue común a orientales y camagüeyanos. Quienes habían deliberado en San Miguel de Rompe acerca de la necesidad de rebelarse contra la dominación hispánica, como antes en el pensamiento, coincidieron entonces en la acción.

   “Los reunidos en Clavellinas procedieron inmediatamente a la organización de las fuerzas. Ratificaron en la jefatura a Jerónimo Boza. Designaron lugartenientes suyos, para mandar los siete núcleos en que fue dividida la masa de los sublevados, a Ignacio Mora, Manuel Boza, Martín Loynaz, José Recio Betancourt, Eduardo Agramonte, Francisco Arteaga y Manuel Agramonte. Los acontecimientos no se desarrollaron por el momento tan bien como se esperaba, pues la operación proyectada para capturar el armamento que los españoles trasladarían de Nuevitas a Puerto Príncipe, por lo mismo que el Gobierno lo envió a Oriente, resultó fallida. Hubiese sido un refuerzo importantísimo la posesión de pertrechos en cantidad considerable, tenida en cuenta la decisión de los insurrectos camagüeyanos.

   “El propio 4 de noviembre de 1868 Augusto y Napoleón Arango, puestos a tiempo fuera del alcance de las autoridades y sobre las armas, obligaron a rendirse a la guarnición de Guáimaro. La componían un teniente y treinta soldados de caballería. La sangre no corrió copiosamente en Guáimaro. El asalto dirigido por Augusto y Napoleón Arango revistió los caracteres de improvisada acometida, y los españoles apenas tuvieron tiempo para resistir. Lo que sí supieron, y de manera concluyente, los defensores del poder colonial, fue que había revolución en Camagüey.”



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Última Revisión: 1 de diciembre del 2010
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