• Santos católicos que celebran su día el 25 de marzo:

- En el Almanaque Cubano de 1921:

Nuestra Señora de la Soledad, La Anunciación de Nuestra Señora. Santos Agapito, confesor y Dimas el Buen Ladrón, y Plagio, obispo

- En el Almanaque Campesino de 1946:

La Anunciación de Nuestra Señora o Encarnación del Verbo

El 25 de marzo en la Historia de Cuba

• 1896 -

- Fue incendiada la Ciudad de Bauta por primera vez el 25 de marzo de 1896 y nuevamente el 8 de abril siguiente por las fuerzas del coronel Baldomero Acosta.

- En Consolación del Sur en la loma Descanso del barrio Lajas, tuvo lugar una acción entre las tropas de Antonio Maceo y las del general español Suárez Valdés, resultando este último herido de dos balazos.

- Desembarcó en Maraví la expedición del “Bermuda”, que fue la más importante de la última guerra y en la cual iban el mayor general Calixto García, el general Emilio Núñez, el jefe de estado mayor Tomás Collazo y sus ayudantes Alfredo Arango y Justo García, general Avelino Rosas, Dr. Eusebio Hernández, Pedro Betancourt, Dr. Martín Marrero, Julián Betancourt, Carlos García Vélez, Mateo Fíol, Cosme de la Torriente, José Rodríguez, Juan Pablo Cebreco, Almanzor Guerra, Bruno Mariño, Carlos Marín Poey, Pablo Menocal, José Miguel Tarafa, Antonio Caíñas, Bernardo Soto y Estorino, José de Estrampes, Manuel Hinojosa, Gonzalo Peña, Juan Antonio Lasa y otros muchos destacados, sin contar los cubanos anónimos y los americanos enrolados voluntariamente. Numeroso parque de más de 3,000 fusiles entre máusers y rémington, un millón de tiros, dos cañones, numeroso equipo médico, etc. El “Bermuda” volvió a desembarcar el 5 de mayo de este mismo año ocurriendo un accidente que le costó la vida a nueve de aquellos valientes expedicionarios.

• 1895 -

Manifiesto de Montecristi redactado por José Martí y Máximo Gómez.

Emeterio S. Santovenia en “Un Día Como Hoy” de la Editorial Trópico, 1946, páginas 175-176 nos describe los acontecimientos del 25 de Marzo de 1895 en la Historia de Cuba:

   “La Revolución, como la concibió y propugnó Martí, abrigaba tres aspiraciones fundamentales: a) obtener la independencia y libertad de Cuba y Puerto Rico, sin tratos peligrosos con los pueblos de composición diversa, en América o Europa, de los que no pudiese venir una ayuda desinteresada; b) lograr el beneficio equitativo de todas las clases, no el exclusivo de una sola; c) librar a Cuba de peligros. Esto imponía el cuidado de no acarrearse dificultad alguna, ni en el pueblo de los Estados Unidos ni en ningún otro de América o Europa, que por deberes de cortesía o derecho público pudieran verse en la necesidad de aparecer como enemigos y perseguidores de la nueva república americana cuya creación necesitaban y anhelaban.

   “Martí anuncio con exactitud la reanudación de la guerra de Cuba contra España, porque no en vano la había madurado. Redoblo su actividad. En cuerpo y alma se dio a la tarea de poner en marcha sus concepciones. Supo que su presencia en Cuba depararía fuerza y prestigio a la insurrección. Vivió horas de angustia y agonía mientras ultimaba los preparativos de la contienda y aguardaba la confirmación de su creencia de que la Isla secundaría la iniciativa libertadora.

   “Montecristi, en la isla de Santo Domingo, fue la expresión geográfica que dio nombre a la concreción política de Martí. En Montecristi escribió Martí papeles enderezados a explicar las razones y los fines de la lucha de Cuba contra el régimen colonial.

   “Con Máximo Gómez suscribió Martí en Montecristi, en 25 de marzo de 1895, el manifiesto, obra suya, en que recapitulo las doctrinas de la Revolución. Martí no separaba el pensamiento de libertar a Cuba del vasto proyecto de transformar la función política de las Antillas. La guerra no pararía en el insano triunfo de un partido cubano sobre otro o en la humillación siquiera de un grupo de cubanos equivocados. La independencia de la Isla no sería fenómeno más temible que útil. La insurrección no era desatada contra los habitantes españoles de Cuba, sino contra los que, imprevisores, le saliesen al camino. Más fácil y amiga sería la paz, después de la contienda, si acertaban a vivir juntos padres e hijos. La raza negra, lejos de constituir una amenaza para la empresa bélica y para sus buenas consecuencias, colaboraría con generosidad e inteligencia en la obra patriótica en marcha. La guerra de Cuba era suceso de grande alcance humano y servicio oportuno que el heroísmo juicioso de las Antillas prestaba a la firmeza de las naciones americanas y al equilibrio universal.”