18 de Octubre en el Calendario Cubano
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18 de octubre - Libra
Libra


18 de Octubre de 1936 - Revista Carteles

18 de Octubre de 1953 - Revista Bohemia.
18 de Octubre
18 de octubre - Mercado en Santiago de Cuba.
Mercado en Santiago de Cuba

• Santos católicos que celebran su día el 18 de octubre:

- En el Almanaque Cubano de 1921:

San Lucas, evangelista y Santa Trifonía, emperatriz

- En el Almanaque Campesino de 1946:

Santos Lucas, evangelista y Julián y Santa Trifonía, emperatriz


Guije.com - estudios en la cultura y la historia de Cuba El 18 de octubre en la Historia de Cuba

• 1901 -

- Se funda la Biblioteca Nacional por el gobernador militar norteamericano general Leonardo Wood.

- Más información relacionada con la Biblioteca Nacional.

Domingo Figerola-Caneda Fundador y Mecenas de la Biblioteca Nacional en Carteles del 27 de Enero de 1952.

La Biblioteca Nacional y el Castillo de la Fuerza en Carteles del 15 de Septiembre de 1957.

Cuba y la Biblioteca Nacional en Así es Cuba


• 1868 -

- Los patriotas comandados por Carlos Manuel de Céspedes y los de Donato Mármol que se le habían unido ponen sitio a Bayamo y la toman tres días después por la rendición del gobernador militar de la plaza, teniente coronel Julián Udaeta, con su guarnición.


• 1662 -

- Invasión Británica en Santiago de Cuba.

Emeterio S. Santovenia en “Un Día Como Hoy” de la Editorial Trópico, 1946, páginas 589-590 nos describe los acontecimientos del 18 de octubre de 1662 en la Historia de Cuba:

   “La toma de Jamaica envalentonó hasta no más a la Gran Bretaña. De nada valieron para contener su arrogancia los denodados esfuerzos de los centenares de españoles que, acaudillados por Francisco Proenza y Cristóbal de Isasi, se quedaron en la isla invadida luchando entre montes y asperezas. Los hijos de la Gran Bretaña se vieron entonces favorecidos en extremo por la suerte. Todo les fue propicio. Aquellos defensores del pabellón de España en Jamaica quedaron reducidos a la impotencia a la vez que las autoridades de Cuba llegaban a la conclusión de que era harto riesgoso emprender la reconquista de la vecina colonia.

   “No se detuvo allí la desgracia de España. Fuese por la cercanía de Cuba a Jamaica, fuese con el propósito de responder agresivamente a los intentos de reconquista alimentados por acá, al desastre de Jamaica hubo no mucho después que agregar las depredaciones realizadas por los propios británicos en Santiago de Cuba. Uno de los capitanes de la expedición conquistadora de Jamaica, tal vez Doiley, con dieciocho velas y novecientos hombres bien armados, se dirigió a Cuba, y el 18 de octubre de 1662, al anochecer, realizaba su alijo en la desembocadura del arroyo de Aguadores, dispuesto a apoderarse de los azúcares y cobres que hubiera en Santiago. La población, gobernada por el capitán Pedro de Morales, debía, en el desarrollo de tales planes, ser saqueada totalmente. A todo ese conjunto de aprestos y proyectos del jefe inglés había que añadir aun algo más: había que añadir la realidad, abrumadora para los españoles, de que los invasores no eran simples filibusteros, sino aguerridos soldados.

   “El suceso provocado por los británicos se desenvolvió trágicamente. Los invasores contaron, para el mejor éxito de su acometividad, con las ventajas que para ellos suponía el desequilibrio del capitán Pedro de Morales. Como anonadado por la superioridad de los contrarios -la guarnición de la plaza se reducía a doscientos individuos-, sus providencias estuvieron presididas por desacierto funestísimo. Mientras aconsejó a las familias de Santiago que se pusiesen a salvo, abandonando la población y escondiendo o llevándose las cosas de más valor a las haciendas comarcanas, incidió Morales en el error de alejarse del castillejo que era su único apoyo natural, para salir al amanecer del 19 de octubre al encuentro de los extranjeros.

   “Terrible fue el resultado de la petulante actitud adoptada por el Gobernador, demasiado ciego ante el peligro. No pudieron él y sus hombres resistir el choque con los británicos, que, perfectamente armados con petos y mosquetes, comenzaron por acometerlos con extraordinaria fiereza. El desastre se produjo incontinenti. La guarnición de El Morro, harto reducida, no tardó en evacuar el puesto, secundando la desordenada dispersión de las huestes de Morales. Pretendieron los vencidos rehacerse desde El Caney y la Sierra Maestra, pero los vencedores, en posesión de la plaza y montados en cólera por no haber hallado otro botín que el de los azúcares, se dieron inusitada prisa en entregar a las llamas cuanto se levantaba en Santiago de Cuba.”



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Última Revisión: 1 de Abril de 2008
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