16 de Abril en el Calendario Cubano
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16 de abril - Aries
Aries


16 de Abril de 1939 - Revista Carteles

16 de Abril
16 de abril - Cafetería Biltmore en Marianao.
Cafetería Biltmore en Marianao

• Santos católicos que celebran su día el 16 de abril:

- En el Almanaque Cubano de 1921:

Santos Toribio y Fructuoso, obispos, y Santas Julia y Engracia, vírgenes y mártires

- En el Almanaque Campesino de 1946:

Santos Toribio y Fructuoso, obispos, y Santas Julia y Engracia, vírgenes y mártires


• Natalicios cubanos:

Ayestarán Moliner, Luis: -Nació en La Habana el 16 de abril de 1846. Hizo sus estudios en el colegio El Salvador con Luz y Caballero y estudió leyes con notable aprovechamiento, presagiándole todo un espléndido porvenir. El deber de patria lo reclamó y con todo el optimismo de su juventud generosa se incorporó en las filas de la Revolución. Fue miembro de la Asamblea Constituyente de Guáimaro (1869). En comisión de servicio fue hecho prisionero en Cayo Romano, siendo trasladado a La Habana, en donde la autoridad española le dio muerte en garrote vil, en el Castillo del Príncipe, el 24 de septiembre de 1870. La Calzada de Ayestarán, en la Ciudad de La Habana, es así llamada en su honor.


Guije.com - estudios en la cultura y la historia de Cuba El 16 de abril en la Historia de Cuba

• 1895 -

1895 en la vida de José Martí Diario de José Martí en Cuba.

José Martí, Máximo Gómez y acompañantes llegan al campamento de Vega Batea.

• 1874 -

- Vacilaciones en los Estados Unidos.

Emeterio S. Santovenia en “Un Día Como Hoy” de la Editorial Trópico, 1946, páginas 219-210 nos describe los acontecimientos del 16 de abril de 1874 en la Historia de Cuba:

   “Momentos hubo en el año de 1874 en que pudo creerse que estaba próximo el día en que iba Cuba a recibir la justicia con ahínco imperturbable solicitada de los Estados Unidos de América. En el Congreso de la Unión volvió a ser tema de sensación el problema de la Isla. Los revolucionarios antillanos, aunque enfrascados en discordias, ganaban en prestigio por la vitalidad con que sostenían la guerra y la magnitud de los sacrificios que consumaban al servicio de su causa.

   “El senador Carpenter asumió la responsabilidad de reverdecer hermosas explosiones de compenetración norteamericana con los esfuerzos libertadores de Cuba. En 16 de abril de 1874 sometió a la consideración del Senado un proyecto de resolución basado en apreciaciones trascendentes. Recordó el derecho claro e incontrovertible de la Colonia a romper los lazos que la ataban a la Metrópoli y convertirse por sí misma en nación independiente. Exaltó la verdad de que el pueblo de Cuba se había declarado libre y soberano, con establecimiento de un gobierno propio y abolición de la esclavitud de los negros. Y propuso que por el Senado y la Cámara de Representantes, reunidos en Congreso, se declarase que era deber de los Estados Unidos reconocer a Cuba como nación independiente y que la Unión observaría estricta neutralidad entre ambas partes contendientes durante la prosecución de la guerra.

   “El empeño de Carpenter fue enervado por las esperanzas de que de España partiese la solicitud de los buenos oficios del gobierno de Washington para poner término a la guerra hispanocubana. Pero España no pedía estos buenos oficios. Y la noble actividad de Carpenter no pasó de ser una empresa más condenada a la infecundidad. Las vacilaciones de los Estados Unidos eran contrarias a todo esfuerzo que llevase consigo algún riesgo para la paz exterior de la Nación.

   “A veces parecía que el gobierno de Washington iba a entrar en el terreno de las grandes decisiones para acelerar la cesación de la guerra en Cuba. Se hablaba de que la Isla debía formar parte de la gran familia de las repúblicas latinoamericanas, con instituciones políticas propias y sin estar ligada a Europa sino por los lazos de la amistad internacional y las relaciones comerciales y sociales. Se reconocía la legitimidad del deseo de independencia por parte de los cubanos, por su condición de americanos. Se decía que esa independencia constituía una necesidad manifiesta de los intereses políticos de los cubanos y a la vez del resto de América, de toda América. Se añadía que los Estados Unidos, en cuanto podían influir en la solución de tales problemas, no llevaban miras egoístas de ninguna especie. Sin embargo, no se producía el tránsito entre las palabras y los hechos. Cuba seguía sangrando por su emancipación sin que su poderoso vecino se resolviese a salir del círculo de las vacilaciones.”



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Última Revisión: 1 de Abril del 2008
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