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Cáncer |
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9 de Julio |
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Iglesia de Jovellanos, Matanzas |
• Santos católicos que celebran su día el 9 de julio: |
- En el Almanaque Cubano de 1921: |
Santos Cirilo, obispo Y Zenón, mártires y Santas Verónica de Julianis, y Anatolia, virgen y mártir |
- En el Almanaque Campesino de 1946: |
Santos Cirilo, obispo Y Zenón, mártires y Santas Verónica de Julianis, y Anatolia, virgen y mártir |
El 9 de julio en la Historia de Cuba |
• 1898 - |
- Bombardeo en Santiago de Cuba. |
Emeterio S. Santovenia en “Un Día Como Hoy” de la Editorial Trópico, 1946, páginas 387-388 nos describe los acontecimientos del 9 de Julio de 1898 en la Historia de Cuba: |
“En cumplimiento de la tregua acordada por los combatientes de la guerra hispano cubanonorteamericana a instancias de los cónsules residentes en Santiago de Cuba, el bombardeo de esta ciudad por las fuerzas sitiadoras se retardó algo más de lo que las mismas al principio deseaban. El desalojo de la población por ancianos, mujeres y niños se llevó a cabo del 5 al 8 de julio de 1898. Para el día siguiente, para el 9 de julio, todo estuvo en condiciones propicias a la obra desastrosa de los asaltos definitivos. Las cosas, desarrollándose de mal en peor, habían llegado a un extremo positivamente asolador para la nación que trataba en vano de mantener victorioso en el suelo cubano el estandarte cuatro siglos antes clavado por la conquista. |
“Desventajosa hasta no más era la situación en que España se hallaba a poco de quedar iniciada la lucha con los Estados Unidos. La destrucción de la escuadra en brevísimas horas había sido un golpe, si esperado por los espíritus previsores, de todas maneras en extremo rudo. Las operaciones terrestres no podían ser de peores consecuencias para los leales a España. En vano esperaron los sitiados en Santiago de Cuba refuerzos salvadores. Los que creyeron ver en la columna del coronel Escario, procedente de Manzanillo, quedaron al cabo convertidos en nuevos reveses. |
“"Todo de aquí en adelante -escribió Enrique Piñeyro- camina, con pasos cortos a veces, pero directos y seguros, hacia el desenlace, hacia la inevitable capitulación en los términos que al adversario pluguiere ofrecer. Este, por su parte, sentía vivamente en sus flancos la aguda espuela del clima mortífero en aquella terrible estación de verano ya comenzada, y las diversas dolencias allí endémicas tenían ya atestados de enfermos sus hospitales. Veía en tanto el sitiador, por dicha suya, crecer de día en día su fuerza en número de hombres y cañones de sitio. Las intimaciones de rendirse se repiten, una tregua virtualmente se establece, renuévase luego la lucha el 10 en las trincheras y queda la artillería española destrozada y fuera de combate. Empiezan el 12 las negociaciones, alargadas por la necesidad de consultar al Capitán General en La Habana, y este a la Metrópoli, hasta que al fin, el 16 de julio, entre las dos líneas de trincheras, al aire libre, bajo una coposa y gigantesca ceiba, firman los comisionados de una y otra partes las bases de la capitulación final, comprendiendo en ella todo el territorio de la división de Cuba, conservando sus armas los oficiales, entregando las suyas los soldados. |
“Los sucesos se desenvolvieron con extraordinaria rapidez. España no había podido comprenderlo así, y cara le costó su obstinación. Muchos de sus hombres en la Metrópoli y en la Colonia pensaron que todo se deslizaría acorde con las pretensiones de perpetuar su dominación en Cuba. La realidad se sobreponía ya a las esperanzas sin fundamento. La pérdida de la Isla para la Península era ineluctable.” |
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