• Santos católicos que celebran su día el 30 de junio:

- En el Almanaque Cubano de 1921:

La Conmemoración de San Pablo Apóstol, San Marcial y Santas Lucina y Emiliana, mártires

- En el Almanaque Campesino de 1946:

La Conmemoración de San Pablo Apóstol, San Marcial

• Natalicios cubanos:

Fritot Lahulier, Enrique: -Nació en Matanzas el 30 de junio de 1839 y murió en La Habana el 5 de marzo de 1927, hijo de americanos. Desde los catorce años vivió en la tierra de sus padres, pero siempre en contacto con los cubanos y figurando en varias sociedades revolucionarias de la emigración. Formó parte de la expedición del "Africain" que salió de Nueva York el 12 de abril de 1859 con destino a Cuba y fracasó en Haití. Vino, de nuevo, como maestro de máquinas en el ferrocarril de Bahía de La Habana domiciliándose en Guanabacoa, en donde continuó en su labor de proselitismo revolucionario, siendo por ello detenido con otros que fueron deportados a Fernando Poo y debiendo él su libertad a las instancias del cónsul americano. Preso de nuevo a las pocas horas, estuvo más de un mes en La Cabaña, de la cual pudo salir gracias a su nacionalidad americana. En Estados Unidos se dedicó al comercio y al estallar la guerra del 95 fue un excelente auxiliar de la Junta Revolucionaria en Jacksonville y del Departamento de Expediciones. Muchos de los grandes jefes de la Revolución utilizaron sus servicios para sus expediciones. Regresó a Cuba al cesar la dominación española.

El 30 de junio en la Historia de Cuba

• 1800 -

- La Audiencia de Puerto Príncipe (Camagüey).

Emeterio S. Santovenia en “Un Día Como Hoy” de la Editorial Trópico, 1946, páginas 369-370 nos describe los acontecimientos del 30 de junio de 1800 en la Historia de Cuba:

   “La cesión de la parte española de la isla de Santo Domingo a Francia por el tratado de Basilea tuvo consecuencias de toda índole en Cuba. Esta Antilla experimentó beneficios considerables a virtud de aquel acto de liberalidad realizado por la España de la decadencia borbónica. Fue entonces cuando la Colonia recibió valiosísimos elementos -españoles, franceses y naturales de Santo Domingo que depararon grande impulso a la agricultura y contribuyeron con sus iniciativas, sus esfuerzos y su laboriosidad al progreso material y hasta moral del país.

   “España había perdido aquella posesión, la más antigua de cuantas había colonizado en el mundo descubierto por Cristóbal Colón. Y allí, en la ciudad de Santo Domingo, se hallaba instalado el decano de los tribunales de Indias. Natural era que, cedido a Francia aquel territorio, la audiencia de las Antillas cambiase de asiento. No de otra manera lo comprendieron y dispusieron quienes manejaban los destinos de España y sus vastos dominios. Se acordó que pasasen a Cuba los componentes y el archivo de la Audiencia, para que la misma quedase establecida en la parte central de la Isla, en la ciudad de Puerto Príncipe. Mas casi un lustro transcurrió entre la fecha del tratado de Basilea y la del principio del funcionamiento de la Audiencia en Puerto Príncipe.

   “Un historiógrafo español contó las peripecias anejas al traslado de la Audiencia. Entre infinitos riesgos arribó a La Habana lo que aun faltaba de la audiencia de Santo Domingo, huida de la más antigua posesión hispánica en el Nuevo Mundo. Para transportarla, juntamente con las personas de más cuenta de Santo Domingo, habían sido destinados dos barcos de la armada española, que dejaron en Puerto Rico los situados, recogieron en Santo Domingo a los oidores y otros individuos y, ya mudando rumbo entre cruceros enemigos, ya evitando sus ataques con su ligereza, llegaron a la capital de Cuba sin tropiezo a mediados de enero de 1800. Aguardando, para constituirse en Puerto Príncipe, a que todos sus miembros y dependencias se le incorporasen, no empezó la Audiencia a funcionar en el lugar de su destino hasta el 30 del siguiente junio.

   “El 30 de junio de 1800 se llevó a cabo la instalación de la Audiencia en Puerto Príncipe. La integraban un regente y seis ministros o jueces, con un receptor de penas de cámara, un secretario y un notario, con sus respectivos oficiales, sus maceros y los criados necesarios. La designación de aquella ciudad del interior de Cuba para residencia del tribunal se debió al deseo y a la previsión de ponerlo fuera del alcance de los enemigos. Al quedar funcionando en Puerto Príncipe la Audiencia, su jurisdicción, todavía vastísima, abarcaba a Cuba, Puerto Rico, Luisiana y las Floridas. El capitán general de Cuba, que durante tres siglos había estado subordinado a la Audiencia, fue entonces declarado presidente nato del alto tribunal antillano.”